Canonización San Luis Orione
YO ESTUVE ALLÍ
El 16 de mayo de 2004, en Roma, Italia un millar de gente se agolpaba desde muy temprano en la Plaza de San Pedro. Allí, a eso de las 5 a.m. me encontraba junto a la multitud para presenciar lo que sería una de las experiencias espirituales más significativas de mi vida: La Canonización de un Gran Hombre, de un Gran Sacerdote, me refiero a San Luis Orione.
Desde hacía más o menos 3 años antes, se anunciaba que pronto vendría la Canonización, que el ya estaba en trámite el milagro por el cual se daría paso a la etapa de Santificación, hasta que llegó el momento y supe de inmediato que yo quería estar allí. Por eso me preparé, ahorré lo suficiente y no lo dudé en inscribirme como participante.
Recuerdo que ese día había mucho calor (verano en Italia), pero que la emoción no permitía pensar más que en agradecer a Dios por tan hermoso regalo; por un lado el de la Canonización de Don Orione y por otro lado, el que permitiera ser testigo de ese día.
La Santa Misa fue presidida por el entonces Papa Juan Pablo II. Hubo un momento en que se nombraron los Beatos que serían Canonizados y al nombrar a Luis Orione las lágrimas rodaban por mi cara, por la emoción, por reconocer lo feliz que era trabajando en una de sus obras: Mi Colegio Don Orione y que desde lo más recóndito del planeta estaba allí, como representante de tantos jóvenes y trabajadores que a la fecha llevábamos formando.
Un lienzo con su imagen al centro de la Basílica de San Pedro coronaba la explanada y yo con mi polera del colegio y mi bandera chilena me sentía un represente de tantos Orionistas que quisieron estar allí.
Hoy 16 de mayo, se recuerdan 9 años desde aquella fecha. Junto a mis alumnos y alumnas, un grupo de apoderadas y todo el personal del colegio, peregriné a la Iglesia Catedral, donde junto a nuestro Obispo, Felipe Bacarreza; los Padres de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, P. Patricio Páez, representante legal de nuestro colegio y P. Gustavo Valencia, párroco de Nstra. Sra. del Perpetuo Socorro; y el Hno. Diácono Claudio Quintanilla, nos hicimos presentes una vez más, emulando el día en Roma, donde “ese loco de la Caridad” era elevado a los altares para veneración de toda la Iglesia.
¡Gracias Don Orione!, porque siempre quieres lo mejor para nosotros, tus hijos. ¡Gracias Don Orione!, porque tenemos a quien imitar y qué mejor que Tú, que hicisteis tuyas las Palabras de Jesús…”porque tuve hambre y me distes de comer…estuve desnudo y me vestiste… estuve preso y me visitasteis…”
Alfonso Riquelme Alfaro
Director
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