Reflexión mes de octubre.

 Desde muchas décadas en la Iglesia Universal se dedica este mes de octubre a orar por las misiones. “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, por lo tanto, y hagan que todas las naciones se vuelvan mis discípulos, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a observar todo lo que les mandé. ¡Y he aquí que Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin de los tiempos!”(Mt. 28, 18b-20).

 El texto que nos entrega Mateo expresa un deseo profundo de Jesús, manifestado antes de su Ascensión. Por lo tanto es un momento en que no se dicen cosas improvisadas, sino que es el momento de las cosas consistentes, sólidas y de gran importancia.
 ¿Pero qué significa misionar?, en primer lugar no es andar de puerta en puerta, o hacer algo diferente en las comunidades del campo en el verano; esas son estrategias pastorales. Misionar significa hacerse consciente que me ha sido entregado un mensaje que no es mío, sino de Jesús, y a Él se lo ha entregado su Padre. Ese mensaje no es privado y menos aún personal, es para todos. Es un mensaje que, en la medida que lo conozco, se va haciendo parte de mi vida y la llena de alegría, porque es una buena noticia (Evangelio). De ahí brota la realidad de la misión, una buena noticia no la debo callar, ¡la debo compartir!
 Por eso un misionero no es necesariamente una persona que parte a países lejanos a evangelizar, si bien es tremendamente importante este aspecto de misión, sino aquél que anuncia esa Buena Noticia en el lugar donde Cristo lo ha puesto.
 Esto lo ha entendido una mujer que nunca salió de su convento de Clausura y que ofreció su vida entera por la realidad de las misiones: fue Sta. Teresa de Lisieux, proclamada por la Iglesia como patrona de las misiones…y nunca salió de su monasterio.
 ¿De qué forma hoy nosotros tomamos como nuestra esta realidad de las misiones? ¿Cómo las vivimos? ¿Somos conscientes de que este es un mandato del Señor Jesús profundamente querido por Él?
 Recordemos en este mes a tantos misioneros que anuncian a Cristo en países lejanos, porque en un momento de sus vidas se dieron cuenta de que el gozo del Evangelio no era un don exclusivo sino para todos. Y pidamos para nosotros el celo por las cosas de Cristo y anunciar ese gozo que viene del encuentro con Él.

Hagamos Oración pidiendo al Señor que envíe obreros a su mies para que el Evangelio sea anunciado a todos los pueblos.
(Se realizan peticiones y acciones de Gracias en forma espontánea)
Concluímos con la oración de los Hijos de Dios: Padre Nuestro…

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