Reflexión mes de julio apoderados.

Aparecida, Luján, Copacabana, Lourdes, Fátima, etc. Son los innumerables apellidos con que se conoce y se invoca a María Santísima. En nuestra América Latina o en el mundo se acude a ella invocándola con estas advocaciones.
 El mes de julio, que hemos comenzado, nos pone ante el “apellido” con el que la invocamos en Chile: Nuestra Señora del Carmen o del Carmelo. Antigua advocación que nos legaron los marinos españoles y que tiene su origen en las faldas del monte Carmelo, en el puerto de Haifa en Israel. Ya en el Antiguo Testamento encontramos al profeta Elías como habitual de este lugar para orar y escuchar lo que Dios le sugería de profetizar. Con el correr del tiempo este lugar se haría famoso por las comunidades de ermitaños que se reunían y que con el tiempo conformarían los inicios de la “orden del monte Carmelo” (Edad Media). Nace así una corriente de espiritualidad que mucho tendrá que ver con nuestra nación, y que tiene como grandes puntales de su reforma a la gran Teresa de Ávila y  Juan de la  Cruz, ambos santos y grandes místicos.

 La figura de María es clave en esta corriente de espiritualidad, por eso la devoción de estos ermitaños del primer momento la invoca como María del Carmelo. Es ante su imagen que la Patria es soñada por nuestros primeros padres, a ella se pide auxilio ante el combate decisivo por la independencia (Batalla de Maipú). Prat lleva el escapulario del Carmelo identificando la espiritualidad que mueve su devoción y con él salta al abordaje.
 En esencia resumimos que nuestra vida es un constante “ascender” subir místicamente al Monte Carmelo, donde llegar a la cumbre es llegar a la perfección y al encuentro con el Señor. Las dificultades de la vida son justamente los impedimentos en esta “ascesis” (subida). Por eso el vencerlas nos ayuda a llegar a la cumbre.
 La primera santa chilena es hija de esta espiritualidad tan antigua y tan sencilla para crecer como creyentes, su nombre: Teresa de los Andes. Con ella anunciamos que bajo el manto de María del Carmelo podemos vencer las dificultades que nos impiden crecer…o subir un poco más en nuestra vida de fe.
  En muchos lugares de nuestra patria se acude a María implorando su ayuda con el título o advocación del Carmen o Carmelo: En La Tirana en el norte, o en Maipú, renovamos la devoción sencilla que nuestros padres de la Patria confesaron y que les llevaron a hacer grandes cosas, como por ejemplo: Chile, una realidad que de ninguna manera está concluída y que nos incluye a todos nosotros. Desde nuestro colegio la invocamos y a ella nos confiamos para que nos lleve a Jesús.
 “Virgen María, Estrella de Chile, Virgen del norte y del sur, Señora del mar y de la cordillera, ¡ruega por nosotros que acudimos a Ti!” Amén.
Para nuestra Oración:
– Roguemos especialmente por nuestra Patria, que bajo el amparo de nuestra Sra. Del Carmen nos comprometamos en construir una nación de hermanos donde cada uno tenga pan, respeto y alegría. Roguemos al Señor.
– Por nuestros alumnos, que concluyen su primer semestre, que con mano firme y voluntad decidida tomen los destinos de su propia vida y caminen seguros bajo la dulce mirada de la Madre de todos los chilenos. Roguemos al Señor.
– No olvidemos a nuestros enfermos, especialmente los de nuestra comunidad educativa, que nos confiemos a “la Carmelita” como hizo Teresa de los Andes, y en ella encontremos el apoyo para que nuestra súplica sea llevada ante su Hijo Jesús. Roguemos al Señor.

(Podemos colocar algunas intenciones libres, especialmente de nuestro curso).

Concluimos con la oración que Cristo nos enseñó: Padre Nuestro…

 

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